martes, 11 de septiembre de 2007

"La enfermedad"

Con el otoño llega la caída de la hoja; a él con la nueva estación que comenzaba en su vida, la jubilación, le llegó una inesperada visita, de esas que vienen para quedarse nadie sabe cuánto, pero de las que nadie desea ser anfitrión. Y así, sin avisar y sin pedir permiso, se instaló y se apoderó de una parte de su espacio, se hizo dueña y señora del tiempo, de sus días y de sus noches. Engendró hijos del miedo y hermanos de la incertidumbre. Seguro que nunca habrá llegado a conocer tanto a una mujer como a ella.

Seis años dura ya su relación, conoce él todos sus guiños, sus pataletas, sus mortales caricias y pacíficos sueños. Ella sabe dónde morder, lo hace a veces, más luego afloja. Aquellos hombres y mujeres de bata blanca logran disuadirla, convencerla y acallar su malhumor. Refunfuña, retrocede y se repliega. Todavía se deja querer, y, a ratos, dominar. Es caprichosa pero con cierto grado de docilidad. Ojalá que no aprenda los trucos para triunfar.

Y así conviven los dos. Ella dentro de él; él con ella. Un amor que será eterno, pues ambos saben que nunca se irá. El silencio de la complicidad, una complicidad que asume con resignación, reconoce que no puede ser de otra forma.
Ella es "la enfermedad", así la ha bautizado.

Mas él, durante estos años, ha aprendido muchas cosas de ella y con ella. La vida ha sido generosa, lo está siendo aún. Ha visto caer a tantos a su alrededor que no puede ser de otra manera; amigos, vecinos y familia que han sido devorados por la crueldad de un amor no deseado. Sabe que ha de ser humilde ante la vida, pues a él se le ha concedido más tiempo, y, hoy, ahora, esa es toda su fortuna, su tesoro. La muerte está ahí, más cercana, pero todavía no ha extendido su mano para señalarle.

No hace muchos años, o, tal vez, sí, sean muchos, se le escapó a hurtadillas, como un niño travieso, un bocadito de cariño y amor. Se descolgó sobre Lucky, un hermoso yorkshire terrier, allí se quedó durante casi cuatro años y con él se fue cuando dejó de vivir. Contemplar aquel gesto fue descubrir un poco su secreto. El que lleva ocultando tantos años al mundo.

La vida me ha enseñado a quererle, ya no reniego cuando le veo reflejado en el espejo de mi días; él ha aprendido a dejarse querer, por fin la fortaleza abre las puertas y permite el paso a su corazón. Ahora ya tengo un padre; él, una hija.

A veces es necesario morir un poco para aprender a vivir y amar.

A mi padre.

ABBA "Dancing Queen" (vídeo musical).

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