viernes, 28 de septiembre de 2007

"La gruta"

"La gruta"

No fue un bebé como los demás, no. Su llanto no fue de vida, sino de tristeza; quería regresar a la gruta de la cual había sido expulsado, allí dentro imperaban la paz y el equilibrio, fuera todo era caos y peligro.

Aun así, por mucho que pataleó y gritó no pudo impedir ser vomitado fuera del paraíso. Aterrizó en un mundo frío y hueco, poblado de seres extraños, color gris ceniza; todos ellos rescoldos de hogueras extinguidas, vidas apagadas.

Creció solo, abrazado a su soledad. La tristeza era piel que recubría su cuerpo, sus lágrimas agua bendita en las noches insomnes de aquel cuarto, reducto al que se aferraba como escudo protector, refugio de soldado acosado por el escuadrón de la muerte.

Nunca supo cómo comenzó ni cuándo. Tal vez siempre estuvo ahí, con él; y ahora únicamente se manifestaba para protegerle, para protegerse.
Era insignificante cuando reparó en ella, creyendo ver una mancha intentó borrarla una y otra vez. Mas ella, tozuda, ni se inmutaba, seguía aferrada a la pared. Esperaba paciente a que él se acercase a observarla para alimentarse de su aliento, impregnado de vida y pureza.

Los años fueron desplazando unos a otros y así llegó él a su vejez. Ambos habían crecido juntos, él hacia su ocaso, ella hacia su cenit. Cuanto mayor se hacía él, más poderosa se tornaba ella.

Y llegó el día, su día. Era hora de partir, al fin. No sabía hacia dónde, mas la certeza de su marcha le proporcionó la paz que había dejado de sentir desde que había sido arrojado a este inhóspito mundo. Una sonrisa asomó tímida, por primera vez, en su rostro.

Se acercó a “su amiga”, quería compartir con ella aquel cálido sentimiento, primero y último que inundaba su ser.
Conmovida por aquel delicado gesto se abrió para él, lo recibió y lo envolvió con sus aterciopeladas paredes, construidas a lo largo de los años con el aliento y la pureza de su alma. Se abandonó sin oponer resistencia alguna, como una revelación supo que regresaba, de nuevo, al lugar del que nunca quiso salir. Estaba dentro de ella, y ella, ahora, era él. Su hogar, la gruta.

David Bowie "Life on Mars?" (vídeo musical).


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